La Pascua con toques Dalinianos

Pensando en huevos de Pascua, me acuerdo del Museo Dalí, ése con los huevos gigantes en el techo, supongo que remiten a su obsesión con Leda, la chica a la que Zeus sedujo disfrazándose de cisne, y que así inseminada parió un soberbio huevo del cual, poco más tarde, saldrían los gemelos Cástor y Pólux. El primero era mortal, el otro inmortal. Y un día, Cástor muere y Pólux, desconsolado, pide a los dioses que lo dejen compartir su inmortalidad con su hermano. De ahí la constelación de Géminis. Dalí identificaba esta historia con la de su propio hermano muerto, a quien los padres habían llamado también Salvador. Bueno. ¿Qué se puede decir al respecto? Yo creo que Dalí fue un satirista genial. Quizá Dalí, al tomar un hecho traumático de su biografía y combinarlo aparatosamente con un mito griego, parece emular los procedimientos del psicoanálisis.

El sentido de la vida Monty Python

El sentido de la vida es la cuarta de película filmada por el grupo de comedia inglés Monty Python, estrenada en 1983. Dirigida por Terry Jones, su guion fue escrito por los seis Monty Python: Terry Jones, Terry Gilliam, Eric Idle, John Cleese, Michael Palin y Graham Chapman. Con canciones de Eric Idle, el film fue un éxito.

La cinta, que muestra el humor corrosivo de los Python, ya un sello de marca, es una serie de sketches que pretenden, de una manera satírica, mostrar las diferentes etapas de la vida y llegar a la conclusión sobre el sentido de la misma. El nacimiento, la educación, la contingencia, la edad madura, la enfermedad y la muerte son temas que son tratados de manera irreverente por los Python, en un tono de comedia musical surrealista. Los Monty Python prometieron que iban a ofender a todo el mundo y lo cumplieron, no dejando títere con cabeza: Políticos y patriotas, burgueses y obreros, católicos y protestantes, creyentes y ateos, o lo que es lo mismo la anarquía llevada humor.
Terry Gilliam aporta su excéntrica imaginería visual en el cortometraje que precede a la película, inspirado en una historieta del francés Caza de 1977.[1] Éste irrumpirá luego sin previo aviso a la mitad de la película, toque clásico de Gilliam.
La película muestra otros de los más logrados sketches de los Python, como el del general inglés que pierde una pierna o el de los trasplantes de órganos, además de números musicales como "Every Sperm Is Sacred" (Todo esperma es sagrado) y "The Penis Song" (La canción del pene).



Para mi, de lo mas meaning del film, somos insignificantes!!

Quien compra lo superfluo acaba por vender lo necesario; por Lucia Etxebarria


QUIEN COMPRALO SUPERFLUO por Lucia Etxebarria

Magazine | 01/03/2012 - 23:59h
Cada vez que alguien me invita a cenar, me toca explicarle por qué detesto el arroz y la pasta. Porque me recuerdan a cuando era pobre. Ganaba 60.000 pesetas al mes, y 20.000 se iban en alquiler. A finales de mes me encontraba siempre sin un duro. Iba andando a todos sitios y sobrevivía a base de espaguetis y arroz blanco, la comida más barata.
Pasé unos dos años sin secador de pelo. No tenía dinero para comprarme uno. Cuando por fin pude adquirirlo, me pareció el mayor de los lujos. Pero casi no lo usé, ya que había incorporado a mis rutinas lo de salir a la calle con el pelo mojado, incluso en invierno. Todavía lo hago.
En el barrio, un zambiano me abrió los ojos cuando me dijo lo siguiente. “¿Crisis? Aquí tenéis bares, coches, comida, medicinas para vuestros hijos. Casi ningún niño se muere antes de los tres años, tus amigas se compran ropa cada temporada. Ven a mi pueblo si quieres saber lo que es crisis”. Me da vergüenza reconocer que tengo amigas que se compran ropa cada quince días. De Zara, sí. Pero la compran. Una de ellas se ha comprado una mascarilla para el pelo de 160 euros, el 10% exacto de su sueldo. Asegura que “la necesita”.
Se avecinan tiempos muy duros. Para todos, para mí también. Facturo menos de la mitad de lo que facturaba hace cinco años, pero mis gastos han aumentado, entre otras cosas porque me han subido los impuestos. A mi alrededor todo el mundo es víctima de una psicosis de crisis: desánimo general. Y nos quedan dos opciones. O pasarnos el día deprimidos y frustrados, o recordar que no necesitamos un secador de pelo. Tampoco necesitamos vestir según la tendencia, mucho menos vestir así a nuestros hijos.
Podemos vivir sin coche desde el momento en que la que escribe vive sin él, y sin televisor. Podemos, aunque no lo parezca, sobrevivir a base de arroz y espaguetis, lechuga y manzanas. Todos esos anuncios que nos hacen creer que seremos muy malas madres si no compramos a nuestro hijo cierto producto son falacias. Nuestros hijos necesitan mucho más de nuestro cariño que de alimentos enriquecidos en calcio, hierro y vitaminas cuya eficacia real, según la comunidad científica, es discutible, por no decir nula. Nosotros fuimos siete hijos y mis padres no eran ricos, y sé que mi madre invertía en siete niños lo que las actuales familias destinan a uno solo. Y crecimos, como ustedes pueden comprobar si ven mis fotos, lozanísimos. Yo heredaba la ropa de mis hermanas, y no tengo ninguna vergüenza en reconocerlo.
Para intentar adelgazar acabamos gastando más dinero que en comer. Compramos cosas que no necesitamos (ropa y cosméticos, sobre todo) porque no sabemos diferenciar entre necesidad, deseo y capricho. Nos deshacemos de ropa sin remendarla, tunearla o arreglarla, sólo porque se ha pasado de moda y porque las nuevas generaciones no saben ya no coser, sino pegar un botón, zurcir un siete o recoser un dobladillo. Y, probablemente, no se pondrían una camisa remendada, aunque luego lleven vaqueros rotos que les han costado cien euros. Hemos vivido secuestrados por el espejismo consumista y somos víctimas de un síndrome de Estocolmo brutal y colectivo. Y somos como niños sobreprotegidos que no aprenden a andar porque se han pasado el día en brazos de sus madres. Se nos ha olvidado que quien compra lo superfluo acaba por vender lo necesario.

EL RECICLAJE DE CAJAS



Empecemos recordando que somos la única especie capaz de exterminar la vida en el planeta. Nuestro antropocentrismo llega al extremo de considerar que somos la cúspide de la naturaleza y que todos los dones se encuentran a nuestro servicio. Sin embargo, olvidamos que el oxígeno que respiramos es el desperdicio del metabolismo de las plantas; las flatulencias de la vegetación son el fundamento de nuestra respiración. Lo que a unas especies les sobra es vital para otras y nosotros sólo somos uno de los eslabones de esta cadena vital.
La naturaleza no conoce los residuos contaminantes, la naturaleza recicla, reusa, convierte el desperdicio en insumo y condición para la vida, incluso la temible erupción volcánica tapiza de abonos minerales la tierra. Y cuando la vida ha estado al borde de la extinción, la vida siempre se impuso; contrario a lo que natura hace, somos nosotros la única especie que contamina y produce basura.
Hay en nuestra actitud hacia la vida, aquí en la tierra, una clave que nos conducirá a desaparecer o prevalecer, pero todo ello pasa por acciones cotidianas sencillas que reflejan nuestra actitud y compromiso, actitudes que van desde la elección de lo que consumimos hasta lo que hacemos con los desperdicios.
¿Qué tan difícil es ser más selectivos en el momento de comprar y consumir? ¿Qué tan difícil es separar los desperdicios en casa? ¿Qué tan difícil es entregarlos a quien hará buen uso de ellos?
Anotemos que no es este un problema exclusivamente nuestro ni local, es un asunto que incumbe a la humanidad. Además, hemos llegado a la conclusión que este problema tiene diferentes facetas, una de ellas es la tecnológica, otra la económica y hay más aspectos a considerar; pero quizá el más importante es la actitud, nuestra actitud, nuestro comportamiento, nuestra cotidianidad.
Por consiguiente, estamos ante un problema de cultura ciudadana de inmensa envergadura, el problema no está fuera de nosotros sino dentro, está en nuestra actitud y comportamiento. En otras culturas, los desperdicios son oportunidades, en la nuestra son un dolor de cabeza; en otras culturas los desperdicios generan riqueza, en la nuestra nos restan riqueza; en otras culturas, los desperdicios son materias primas, en la nuestra los enterramos.
A propósito de la conmemoración del Día Internacional de Reciclaje (UNESCO), reflexionemos y actuemos. Varias son las tareas que debemos abocar y varios los votos que debemos renovar:
- Leer y releer los manuales para aplicar e innovar en casa
- Consumir más natural y menos artificial
- Mercar en las plazas de mercado
- Llevar la bolsa de tela para mercar y evitar la bolsa plástica
- Separar en casa: al menos dos recipientes: orgánicos de un lado e inorgánicos del otro
- Enterrar los orgánicos en una matera con lombrices
- Apoyar las rutas selectivas
- Apoyar los centros de acopio zonales
Así como la naturaleza paso a paso nos ha ofrendado la vida y todas las condiciones para disfrutarla, así mismo nosotros, paso a paso, podemos preservarla y mejorarla; la clave es nuestra actitud, los pequeños actos que realizamos día tras día, la clave es nuestro comportamiento diario, cotidiano, permanente. Por ello deberíamos regirnos por varias consignas simples:
- “Separar es generar riqueza y preservar la vida”
- “Separar es generar oportunidades empresariales, bienestar y paz social”
-  “Cero residuos a Yotoco”
“Nuestros descendientes nos lo agradecerán”.
Ciudadanos y ciudadanos. En nuestras manos se encuentra el bienestar de muchos, actuemos con firmeza, con actitud positiva ante la vida, con solidaridad, convirtámonos cada uno en un agente activo de las promisorias cadenas de reciclaje, en un agente activo de las promisorias cadenas por la vida.
/Johannio Marulanda Arbeláez

Decorar a base de aquello que podemos reciclar es una opcion ecologica y a la vez economica.



CAJAS DE VINO Y CAVA